Elementos
convexos traicionando miradas
que
buscan con ahínco una salida,
una
solución al concepto de vida
que
marca la existencia
de
nosotros mismos.
Espontánea
la
profunda mirada de plata que poco a poco rasga la muralla,
cercado
del lustroso caballo blanco entrenado para carreras de muerte,
dolor
y pena ilógica.
Débilmente
mas no menos firme, erosiona cada piedra
como
si en ello su vida fuera,
mas
no es así.
Es
guiada por el imprevisto y la casualidad confluyendo en Plata.
Hermoso
mineral.
Ni
el diamante compite, preso de enfermizo orgullo
por
prestigiada belleza.
Plata
sonríe.
Inocente.
Desconoce
la crueldad del oro fundido en abiertas heridas.
Suplicantes
de compasión.
Mitades
hermanas con distintos caminos
lloran
apenadas por la separación,
mas
enérgicas por el deber y compromiso con su alma.
Y
la razón tentando al corazón con supuestos tesoros morales.
Inventados
e irreales.
¡Blasfemia!
Plata
llora,
alguien
la ha trocado por diamante
ya
que brilla.
Plata
sufre, ya no mira.
Seres
responsables restauran a poquitos la muralla.
Colocan
cada piedra.
A
ojos de muchos maravilla.
Pero
es cuchillo en cristal, fractura en hueso, valla en tierra.
Normalizando
lo natural,
estableciendo
leyes para lo innato.
Insensatez.
Tiene
sueño el Sol, y anochece.
Mi
amante “Diablo” es despertado
Y
tristemente el pobre Plata duerme.