Espada
de muerte en vaina de rosas.
Y
su filo tajante partió en dos la vida.
Cortando
la respiración.
Conteniendo
un suspiro bañado en bronce.
¡Un
grito de dolor!
En
la noche se oyen quejidos
entre
los árboles.
Sus
sombras son negros esbeltos espectros.
Nocturnos
danzantes
celosos
de la luz,
del
fuego, lo atractivo.
Anhelantes
de un puro y espiritual suicidio.
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