arrullados
por un cántico mucho más que conmovedor.
Relajante
y lloroso.
Añoro
amar lo amado
y
consolar la tristeza cuando plazca,
tornarla
en alegría.
Quien
me arrulla por pura bondad se vuelve alegre
y
espontáneo.
Dime,
¿Existes?
Me
pregunto si no eres un sueño,
si
posible es poderte tocar,
o
eres un mero murmullo del viento
que
dice amar lo imposible,
y
evitar en lo posible la mala verdad.
A
poquitos me succionan la vida,
me
la arrebatan sin piedad.
Me
limito a llorar.
Sin
embargo, al poco rato, las lágrimas se agotan.
Despojadas
de su honor, solo quieren recuperar
la
preferencia ante aquel
que
presumía de amar como nadie,
de
querer como el que más.
Sin
nubarrones impidiendo la visión
de
una luna llena que es mi reloj
natural.
Y
perfecta combinación
de
atractivo y misterio,
de
antiguo y sabio mas actual.
Profunda
es su sonrisa,
y
un mito es su mirar.
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